Nuestro objetivo del segundo día en Viena está centrado en una visita tranquila al museo de Historia del Arte desde primera hora de la mañana. Es uno de los museos más importantes del mundo, contiene obras que abarcan cinco milenios de historia, desde el antiguo Egipto hasta finales del siglo XVIII. El resto del día lo dedicaremos a recorrer, caminando y en bus turístico, otros lugares que no pudimos visitar durante el día de ayer.
Por la preciosa escalera principal ascendemos sin perder detalle hasta la planta principal, la planta de la pinacoteca, donde disfrutaremos de numerosas obras maestras de grandes artistas desde el siglo XV hasta finales del siglo XVIII. Recorremos tranquilamente sus cuatro amplísimas alas; a la izquierda dos alas dedicadas a pintura neerlandesa, flamenca y alemana; y a la derecha, las otras dos alas dedicadas a pintura italiana, española y francesa.
Una de las primeras maravillas que nos encontramos en nuestro recorrido es el retrato más famoso que existe del emperador Maximiliano I de Habsburgo, el que realizó en 1519 el máximo representante del Renacimiento alemán, Alberto Durero (1471-1528). Lo pintó tras la muerte del emperador y posee plenamente el carácter de los retratos del Renacimiento, siendo un verdadero manifiesto de éste, al Norte de los Alpes, como en general lo es toda su obra.
El Kunsthistorisches Museum de Viena alberga la mayor colección mundial de pinturas de Pieter Bruegel el Viejo (1525/30-1569). Aproximadamente un tercio de las obras que se conservan de él, las podemos disfrutar aquí. Entre las más destacadas se encuentra «La torre de Babel», datada en 1563. En ella se pueden apreciar varias de las pautas más características del autor: una amplia panorámica, una perspectiva muy alta y una gran minuciosidad.
Tuvimos la enorme suerte de poder deleitarnos con «Cazadores en la nieve», realizada en 1565 también por Pieter Bruegel el Viejo (1525/30-1569). Con esta obra demuestra ser uno de los mejores artistas del Norte de Europa de la época, continuando la tradición de El Bosco y abriendo una nueva etapa en la pintura de Flandes. El detallismo es tal, que puedes quedarte ciego mirando las decenas de figuras que pueblan esta obra maestra del arte universal.
En la misma sala disfrutamos de otra de las grandes obras de Pieter Bruegel el Viejo (1525/30-1569): la famosa «Boda campesina» datada en torno a 1567. Sin significado alegórico, la imagen representa con realismo una boda campesina flamenca. La novia, única mujer con el pelo suelto y única que ríe, se sienta frente a la cortina verde, con una corona de papel colgando sobre ella. Se puede apreciar que se celebra en un granero y hay bastante gente.
Continuamos por el ala izquierda de la planta principal y llegamos ante el «Tríptico de la Crucifixión» de Rogier van der Weyden (1399/1400-1464). Está datado entre 1443 y 1445. Se cree que constaba originalmente de un solo panel, sobre el cual se pintó simplemente el marco. En una etapa temprana, la obra se serró en tres partes, de modo que las representaciones de María Magdalena y la Verónica se convirtieron en los paneles laterales del tríptico.
En la siguiente sala tenemos el increíble honor de encontranos frente a frente con «El arte de la pintura» de Johannes Vermeer (1632-1675). Sin duda, su gran obra maestra, creada entre 1666 y 1668. En ella el pintor se representa a sí mismo vestido con un lujoso jubón mientras retrata a Clío, musa griega de la Historia y la poesía épica. Al parecer no se trata de una obra hecha por encargo, sino realizada por puro placer y para mostrar su estilo a posibles clientes.