Sí, estamos de acuerdo, un solo día es del todo insuficiente para apreciar todos los tesoros de Florencia. Incluso también resulta insuficiente para visitar la galería de los Uffizi con la correspondiente tranquilidad. De todas formas, nuestro objetivo para este único día en Florencia fundamentalmente está definido por las visitas a los Uffizi y al David. Todo lo demás lo disfrutaremos en modo degustación.
Uno de los muchos atractivos de este cuarto día de viaje es que no utilizamos el coche para nada. Lo dejamos convenientemente aparcado y pasamos todo el día caminando por la ciudad, por sus museos, palacios, iglesias y jardines. En algún momento puntual también usamos el transporte público. Yo anduve un total de 23 kilómetros, reconozco que dejé el listón un poco alto... Si lo superas no dejes de contármelo!
Aquí, en las preciosas gallerie degli Uffizi, comenzamos nuestro día en Florencia. Llevamos nuestras entradas, reservadas con meses de antelación, y guardamos la correspondiente fila para acceder en nuestro turno, el primero del día. Abre sus puertas a las 8:15 de la mañana. Estaremos en su interior hasta el mediodía o más allá, para intentar apreciar a fondo y disfrutar al máximo de sus deslumbrantes obras de arte. La visita comienza por la planta 2.
En los Uffizi puedes disfrutar de 100 salas, estancias y galerías espectaculares; además de unas vistas realmente bellas sobre Florencia y el río Arno. En la Sala A4 nos encontramos con Giotto (1267-1337), verdadero creador de la pintura moderna, ya que fue él quien abrió el camino para llegar más tarde al Renacimiento. Su preciosa Madonna, o Maestà di Ognissanti pintada alrededor del 1310, es completamente distinta a otras de la misma época.
En la sala A8 comienza el periodo del primer Renacimiento, allí podemos disfrutar de varias obras de Fra Angelico (1395-1455). Cabe destacar su Coronación de la Virgen, fechado entre 1431 y 1435. Sus obras religiosas fueron muy apreciadas en todo el curso de su vida. Combinó la elegancia decorativa del gótico con el estilo más realista de otros maestros florentinos. Destacó por las expresiones en los rostros y su utilización del color.
En la sala A9 encontramos obras de varios artistas cuatrocentistas italianos. Nos fijamos en Filippo Lippi (1406-1469) y especialmente en su obra más famosa, Virgen con el Niño y dos Ángeles, datada alrededor de 1465 no es simplemente una pintura de devoción. Muestra una manera nueva de representar un tema religioso, cada vez más cerca de la belleza humana real, sirviendo como inspiración para muchos pintores posteriores.
En la misma sala A9 encontramos la obra de otro magnífico representante del quattrocento; se trata del icónico Díptico de los duques de Urbino realizado entre 1473 y 1475 por Piero della Francesca (1416-1492). Esta pareja lleva mirándose durante siglos. Son Federico de Montefeltro, duque de Urbino, y su señora Battista Sforza, unos mecenas que hicieron del pequeño ducado de Urbino un referente cultural en toda Italia.
Ya en las salas A11 y A12 nos disponemos a disfrutar de las obras maestras de Sandro Botticelli (1444-1510). En primer lugar La primavera, realizada en 1480, es una de las obras mas bellas del artista florentino y del renacimiento italiano. Está llena de simbolismo y de mitología. Imposible no maravillarse cuando contemplamos el escenario de esta alegoría colorista y vegetal, con más de 200 especies botánicas existentes en la Toscana.
Muy cerca se encuentra otra de las obras maestras de Botticelli (1444-1510): El nacimiento de Venus (1484), auténtico emblema universal de este museo. Ya sea por la delicadeza con la que la diosa parece emerger de las profundidades, por el soplo acelerado de Eolo, o por la manta con la que la ninfa se apresura a cubrirla, siempre hay un toque de viento que hace que las figuras se eleven, como si estuviesen a punto de emprender el vuelo.
Al final del corridoio di Mezzogiorno, antes de acceder al corridoio de Ponente, nos asomamos a las ventanas para disfrutar de una vista más que privilegiada. Se trata del mítico ponte Vecchio que a su vez, se refleja sobre las aguas del río Arno. Durante la II Guerra Mundial, este puente fue el único de Florencia que no destruyeron los alemanes en su huida ante el avance de las tropas aliadas. Hay muchas teorías sobre el motivo de esta afortunada decisión.
Accedemos a la sala A35 donde el gran protagonista es Leonardo da Vinci (1452-1519). Nos detenemos ante El Bautismo de Cristo, obra famosa de su maestro, Andrea del Verrocchio (1435-1488). Para realizar esta obra, entre 1470 y 1475, fue ayudado por su joven alumno, Leonardo, quien pintó la figura del ángel de la izquierda con tal destreza que le dejó trastornado al sentirse superado por su propio aprendiz.
En la sala A35 encontramos otra obra maestra del Renacimiento y del gran Leonardo da Vinci (1452-1519). Estamos ante La anunciación, obra de su juventud ya que está datada entre 1472 y 1475. Representa la escena de una manera totalmente innovadora, situando el encuentro entre la Virgen María y el Arcángel al aire libre, en vez de un lugar cerrado según la tradición. Una luz crepuscular extraordinaria da forma a la escena.
Otra gran obra de Leonardo que nos paramos a contemplar, en la misma sala A35, es La Adoración de los Magos. Fue un encargo de los frailes agustinos de San Donato en Scoppeto hacia 1481, pero que dejó inacabada cuando se trasladó en 1482 a Milán, donde viviría durante casi 19 años. Desde 2017, tras una profunda restauración que duró cinco años, la obra se puede disfrutar con sus colores originales y grandes detalles sobre su proceso constructivo.
En la sala A38 volvemos a deslumbrarnos ante las obras de dos gigantes artísticos universales del Renacimiento. Uno de ellos es Miguel Ángel (1475-1564) y su Sagrada Familia, conocida como «Tondo Doni», de 1505. La obra sorprendió a todo el mundo del cinquecento por las extraordinarias poses de los personajes. María está sentada en el suelo y retuerce su cuerpo en espiral para poder sostener a su hijo, que se está agarrando de su pelo para no caerse.
El otro gran genio en esta sala A38 es el maestro Rafael Sanzio (1483-1520). Destaca su Virgen del jilguero (en italiano, «Madonna del cardellino») de 1506. Aunque se nota una gran influencia de Leonardo, también podemos apreciar las características propias del gran artista de Urbino: la extrema dulzura de los rostros, sobre todo de la Virgen, el uso magistral del color, la representación naturalista del paisaje y la profunda intimidad entre las figuras.
Seguimos avanzando por el museo, descendemos a la planta 1. En sala D23 encontramos la famosa Venus de Urbino, de Tiziano (1489-1576). Siempre hay una primera vez. Y la primera vez que alguien se atrevió a pintar una mujer recostada completamente desnuda fue en la década de 1530. Por entonces, Tiziano era el pintor más admirado de Europa y decidió retratar así el cuerpo femenino de una noble dama italiana de la época.
En la misma planta 1, en la sala E4, llegamos ante la mítica Medusa de Caravaggio (1571-1610). Medusa era tan fea que convertía en piedra a quien la mirase. Perseo, muy listo, pulió su escudo, que le sirvió de espejo y así pudo decapitarla. Caravaggio muestra aquí su cabeza, en la que se puede apreciar las serpientes que tenía como cabellos. Es el momento justo en el que pierde la cabeza, con un gesto entre enfadada y sorprendida.
Terminamos nuestra increíble visita a la galería de los Uffizi. En nuestros apuntes anteriores, lógicamente, hemos recogido tan solo algunas de sus obras maestras y de sus artistas geniales. No hablamos de otros muchísimos autores ni de la famosa Tribuna; pero tampoco se trata de atragantarnos con tanto conocimiento. Lo que nos queda claro, es que dejamos un lugar al que desde hoy mismo, ya estamos deseando volver para seguir maravillándonos.
Tras salir de los Uffizi vamos a probar la conocida schiacciata toscana, tan famosa en Florencia. Resulta realmente deliciosa y muy socorrida para un intenso día como el de hoy. Puestos a disfrutarla en condiciones, procura comprarla en una buena tienda y no dudes en tomártela por la calle, mientras caminas o sentándote en algún lugar que te apetezca, como por ejemplo en la bancada de loggia dei Lanzi en piazza della Signoria.
Otra de las imágenes icónicas de Florencia es su palazzo Vecchio. Se encuentra en la misma piazza della Signoria. No vamos a acceder a su interior, preferimos deleitarnos recorriendo esta preciosa piazza, intentando descubrir todos los atractivos que tienen sus edificios, estatuas y rincones. Tras la famosa fuente de Neptuno se puede tomar agua fresca en uno de lo poquísimos surtidores de agua potable de la ciudad, dato nada despreciable en pleno mes de agosto.
Cruzando el ponte Vecchio camino del palacio Pitti, encontramos una pequeña placa en la fachada de una casa. En ella se recuerda que ahí mismo vivió durante dos años Fiódor Dostoyevski (1821-1881), uno de los mayores novelistas y pensadores rusos de todos los tiempos. De hecho, aquí terminó en 1869 una de sus obras más emblemáticas: El idiota. Y puede que, precisamente en esta ciudad, lograse «poner orden en el alma».
Visitamos otro de los monumentos más representativos de la exuberancia artística de Florencia: el palacio Pitti. Está situado en la orilla sur del río Arno y no demasiado lejos del ponte Vecchio. Construido en 1476, es un imponente edificio de perfiles renacentistas, sobrio en el exterior y exquisito en el interior, que nació de la rivalidad de dos de las familias más notables de la Florencia renacentista, los Pitti y los Medici.
El palacio Pitti alberga 5 museos. Nosotros nos centramos en recorrer tranquilamente uno de ellos, conocido como la galería Palatina, que ocupa la primera planta del Palacio. Repartidas en seis maravillosas salas, encontramos algunas de las principales colecciones de arte de los Medici, con preciosas obras de artistas como Filippo Lippi, Rafael, Tiziano, Tintoretto, Caravaggio, Rubens y los magníficos frescos de Pietro da Cortona.
Tras disfrutar de tanta obra de arte, accedemos a los jardines de Bóboli, ubicados justo detrás del palacio Pitti. Ocupan unas 30 hectáreas y constituyen la zona verde más grande de Florencia. No nos resistimos a dar un agradable paseo disfrutando de este auténtico museo botánico al aire libre, con tantas vistas y lugares atractivos: la fuente de la Alcachofa, el obelisco de Luxor, el KaffeeHaus, el prato del Cavaliere, la fuente de los Simios...
Tras nuestro paseo por los jardines de Bóboli, cruzamos de nuevo el río Arno y nos dirigimos hacia la piazza della Reppublica, una de las plazas más grandes de Florencia y núcleo de la ciudad desde época romana. En el centro de la plaza está la llamada «columna de la abundancia». Está rodeada por grandes palacios, tiendas prestigiosas y con el arco triunfal en cuya lápida está escrito: «El antiguo centro de la ciudad de secular desolación a vida nueva restituido».
Muy cerca de la piazza della Reppublica se encuentra otro icono de Florencia: el palazzo Strozzi. Representa el ejemplo perfecto de la mansión ideal del Renacimiento y en su conjunto aparece como una pequeña fortaleza en el corazón de la ciudad. Fue construido voluntariamente más grande que el palacio de los Medici, del que copió la forma cúbica desarrollada en tres pisos, cada uno dividido por marcos lineales, alrededor de un patio central.
Proseguimos nuestro paseo de descubrimiento por el casco histórico de Florencia. Llegamos al centro religioso de la ciudad, a la piazza del Duomo, dominada por los edificios religiosos más importantes de Florencia: la catedral de Santa Maria del Fiore, el battistero di San Giovanni y el campanile de Giotto. Impresiona mucho su belleza, especialmente la de la fachada de la catedral. También disfrutamos mucho conociendo detalles sobre su historia.
La cúpula del Duomo, obra maestra del gran arquitecto florentino Filippo Brunelleschi (1377-1446), destaca y hace aún más grandiosa la catedral de Florencia. Tiene el récord de ser la cúpula más grande del mundo desde hace ya seis siglos. Es inconfundible desde cualquier punto de la ciudad, corona el cielo de la capital toscana y enamora al mundo desde el año 1436. Hoy en día sigue impresionando a millones de turistas.
Mediados del siglo XVI, Florencia. Cuna del Renacimiento y del helado, todavía sin cucurucho… ni toppings. La leyenda es demasiado deliciosa para no hacerle los honores. La ciudad toscana presume de algunas de las heladerías más antiguas del mundo, así que no dejes de probar el helado artesanal de Florencia. Es una experiencia francamente deliciosa y, en pleno agosto, casi una prescripción médica. Puedes encontrar muchas recomendaciones aquí .
Siguiendo nuestro paseo llegamos a la basílica de San Lorenzo, una de las Iglesias más antiguas de la ciudad ya que fue consagrada en el año 393. Filippo Brunelleschi (1377-1446) trabajó en la actual construcción desde 1422 hasta su muerte. Aquí están enterrados los Medici, el linaje de mecenas más importante de Italia y de Europa, una de las familias más influyentes en la historia del arte y la más importante en la historia de Florencia.
A las 18:00, con nuestra entrada reservada desde hace meses, llegamos a la galería de la Academia, uno de los museos más visitados del mundo. El mero hecho de entrar aquí y poder disfrutar contemplando el David de Miguel Ángel (1475-1564), colma de sentido todo un viaje a Florencia. Esta joya mundial del arte, la más famosa de todos los tiempos, es una visita obligada para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad artística.
Tras maravillarnos con el David, afrontamos otra cita si no obligada, sí muy recomendable: disfrutar de la puesta de sol en el mirador del piazzale Michelangelo. Ya que es a final del día y se ha caminado mucho, lo más aconsejable es tomar el autobús número 13 para llegar hasta allí. Las vistas sobre la ciudad y el río son fascinantes. La cantidad de gente que se congrega allí es increíble y el ambiente de emoción que se respira es indescriptible.
Y así, con estos 32 apuntes, resumimos el cuarto día de viaje que también se nos ha hecho cortísimo, a pesar de la cantidad de magistrales obras de arte y de lugares de ensueño que hemos disfrutado. Esperamos poder volver más veces a esta maravillosa ciudad. Ahora nos disponemos a descansar y tomar fuerzas para la no menos apasionante y kilométrica etapa de mañana.